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Esa mañana, al despertarse, Félix se miró
las piernas, abiertas sobre la cama, y, ya dispuesto a
levantarse, se dijo: "y si dejara la izquierda aquí?" Meditó un
instante. "No, imposible; si echo la derecha al suelo, seguro
que va a arrastrar también la izquierda, que lleva pegada. ¡Ea!
Hagamos la prueba."
Y todo salió bien. Se fue al baño, saltando en un solo pie,
mientras la pierna izquierda siguió dormida sobre las sabanas.
FIN |