Rosa Blanca de Verde

Hernan A Calvo
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Parte I
Comencemos sin perdida de tiempo con la historia de nuestra
viejita, su nombre: ¡Rosa Blanca de Verde!.
De la cual, seguro, nadie podría precisar sus años.
Muy bajita de estatura, con una vitalidad tremenda, esa que da
una vida de trabajo duro, en medio del campo.
Oriunda de uno de los pueblitos o caseríos junto al mar,
cualquiera, incluso muchos ni tienen nombre, nuestro lugar,
Centro América.
Nos contaba al grupito que estábamos cerca de ella, que se
casaron en una capillita que quedaba a cincuenta kilómetros
aproximadamente de su terruño, siendo muy jóvenes, ella a los
catorce y él a los dieciocho.
Que en esos tiempos se usaba así!.
Seria por el corto tiempo, que les quedaba para el final de sus
vidas.
Vivían con su marido en un pequeño predio abandonado a la buena
de Dios por sus antiguos dueños, debido a que era un bajo que se
inundaba dos por tres.
Tenían una casita que construyeron sobre pilotes de un metro de
altura, muy humilde, la que habían construido con sus propias
manos.
La lograron, con los elementos que producía y les entregaba, la
naturaleza que habitaban.
Su marido, era un hombre toro, una fuerza y una voluntad
tremenda para todo.
No había nada, que en su ambiente no pudiera realizar, si era
necesario se prodigaba con gran esfuerzo, pero él, por su
tenacidad, al final lo lograba.
A los pocos años de casados, ya tenían tres hijos.
De repente, como ocurre normalmente en aquellos parajes tan
alejados - ¡de muerte súbita, su esposo falleció!.
Quien sabe que enfermedad tendría?...
Una pena siendo tan joven, se fue en la plenitud de su vida,
dejando tantas cosas por vivir y por hacer.
De todo esto que nos contaba, decía: Se le habían curado todas
las heridas y solo guardaba un hermoso recuerdo.
Por supuesto, ya habían pasado muchos años del acontecimiento,
los primeros años, como es lógico, mucho sufrimiento.
La remembranza del marido muerto, el dolor, mucho sacrificio y
la responsabilidad en el medio de la nada, de la crianza de sus
tres hijos.
Pero por suerte, los hijos nacieron sanos y fuertes como el
padre.
Los crió sin sobresaltos, cuando éstos llegaron a la mayoría de
edad, sin perspectivas ni futuro en el campo, se fueron yendo y
la dejaron sola. Marchando de a uno, cuando fueron llegando a la
mayoría de edad, los tres a la ciudad.
Lógico, en busca de mejores trabajos!.
Todos con la misma promesa, de un pronto regreso, ni bien logren
cierta prosperidad económica.
Todos los años, cuando llegaban las fiestas, con gran ilusión
los esperaba.
Preparaba grandes comidas.
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- ¡Que por supuesto terminaba comiendo ella sola!.
Cumpliendo siempre la misma ceremonia, preparaba la mesa para
todos, con platos, cubiertos, copas y todos los adornos.
Distribuía en el medio de la mesa, las fuentes de comida que
había cocinado, asado o hecho al horno.
Por último, lo esencial, ponía como centro de mesa un gran reloj
antiguo, que había recibido como legado, a la muerte de su
abuelo Jorge. Este era de origen europeo, tuvo su hijo Carlos, con una nativa
del lugar, pasados los años, su hijo ya mestizo, con otra
nativa, dieron a luz a Rosa Blanca, nuestra viejita.
- Pero volvamos a lo nuestro!.
Justo cuando las campanillas daban las diez de la noche, se
sentada en la cabecera.
Lo contemplaba con calma. ¡Minuto a minuto!. Hasta que éstas,
daban -¡Las doce campanadas, de las doce de la noche!.
Luego se tomaba otro tiempo, rezando otros quince minutos,
recién ahí con una bendición al altísimo, con alguna lágrima en
sus ojos comenzaba de a poco a cenar.
Terminada la cena quedaban los restos, para sus compañeros, los
animales que criaba, que en realidad eran su única compañía.
Pasaron varios años, en absoluta soledad, ella se mantenía como
podía, con su huerta, sus animales.
Estos eran algunas ovejitas y sus gallinas.
Vendía o trocaba en el caserío algunos corderos, pollos y
huevos, con lo cual a cambio recibía o compraba en la única, si
se podía llamar proveeduría, harina, sal, azúcar, aceite,
especias y algún vestido.
La pobreza en la zona era lastimosa, una gran mortandad
infantil, los chicos y viejos todos desnutridos.
La mayoría de la gente, toda en harapos, la muerte les llegaba a
lo sumo a los treinta y pico de años, por falta de buena
nutrición y falta total de educación, sanidad y medicamentos.
Nuestra viejita, tendría muchísimos años, aunque siempre
representaba cerca de sesenta y pico de años.
Nos dijo que se llamaba, Rosa Blanca de Verde.
Pasaban y pasaban los años y se conservaba perfecta, realizando
todos los trabajos rudos del campo.
Parte II
Una mañana como tantas, se levanto temprano, desayuno, y salió
hacia el galpón de las herramientas.
La idea era tomar un pico y unas palas, para hacer un pozo
profundo, donde poder enterrar todos los desperdicios y la
basura, que ya hacia un tiempo, se le había acumulado.
Reflexionó, miro hacia todos lados, luego se alejó lo suficiente
de su casa, a unos doscientos metros aproximadamente.
El motivo de la distancia, era no tener que pasar por el
malestar de los olores desagradables, de ésta basura
descompuesta.
Si se daba que algún perro o animal salvaje buscando algo que
comer, en la hediondez del sector, con sus hocicos, sus patas y
sus uñas la destape y queden dichos olores en la superficie.
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Por lo tanto, al estar alejado el pozo a una buena distancia, de
ninguna forma llegaría si se diera esta posibilidad, dicha
pestilencia a su casa.
Eligio ya con mucha experiencia, luego de tantos años, el
lugar!.
Le pareció apropiado comenzarlo entre medio de dos grandes
rocas.
Comenzó o trato con la pala, pero como la superficie estaba muy
dura, por una gran cantidad de pequeñas rocas a medio enterrar.
Dejo la pala y empezó con el pico, hasta que fue descubriendo y
sacando las pequeñas rocas que le impedían profundizar hacia
abajo.
El pozo que ideo, era de un diámetro de aproximadamente un metro
de circunferencia, despejadas las piedras superficiales, tomo la
pala, y comenzó a cavar.
Cuando había llegado aproximadamente a ochenta centímetros de
profundidad, el terreno, comenzó nuevamente a ponerse muy
rígido, imposible avanzar con la pala.
Golpeaba contra algo muy duro!.
Se enojo!.
- Pensando: Otra roca grande y tan profunda!.
Lo que le costaría sacar semejante roca, que cubría por lo visto
todo el diámetro del pozo.
Se dijo mentalmente: Tendré que desechar este pozo!.
Comenzar otro en un lugar con menos piedras, también porque no,
poner toda la basura que entre ahí, y hacer otro mas chico, en
un lugar mas apropiado.
Pero, mientras en la cabeza le rondaban esas ideas, pegó
mecánicamente un picazo y vio saltar unas chispas.
No eran de piedra ni de roca, sino de metal!.
Al notarlo, se acostó en el suelo, y estirando su brazo y
metiendo parte del cuerpo dentro del hueco, iba descubriendo y
retirando con sus manos la tierra, hasta que tuvo la certeza,
que se trataba de algo metálico.
- Siguió ahora, pero con mucho mas esmero!.
Se trataba de la tapa de un cofre de cobre al parecer muy
antiguo.
Como el brillo del metal, lo tenia a su vista, se entusiasmó y
sacando fuerzas, a pesar de su edad, fue agrandando el pozo
hasta que tomo forma rectangular, justo por la dimensiones, la
de un cajón de muerto antiquísimo.
En un costado tenia un cerrojo todo podrido, por el correr de
los años, lo que seria antiguamente un pasador, todo roto.
Corrió el cerrojo, sin saber con que se iría a encontrar.
Levantó la tapa, quito un paño y quedo deslumbrada!.
Parte III
Eran monedas de oro, estaban impecables, en un estado de
conservación perfecta.
Todas idénticas, tenían unos cuatro centímetros de diámetro, por
medio centímetro de espesor, y todas grabadas con un sol igual,
en cada cara.
El cajón tendría dos metros de largo, por uno de ancho y medio
metro de profundidad, sumergía sus manos hasta el fondo y seguía
sacando y sacando monedas iguales.
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Se sentía como una chiquita aturdida, jugando y jugando, sentada
dentro del cofre.
Con las monedas de oro!.
No lo podía creer, parecía un sueño o un cuento, pero miraba y
las tomaba y estaban allí, esa tremenda cantidad de monedas de
oro.
Miraba el sol estampado en cada cara, esto hacia que las notara
aun más brillantes.
Poco a poco se fue tranquilizando y se hizo la pregunta: (la que
nos haríamos todos) Cuantos kilos habrá?.
Primero se dijo: deben ser como cien kilos, mientras las miraba,
y seguía jugando con las monedas entre sus manos.
Luego, hizo la relación con un cajón de muerto, especuló y
pensó: "Que nunca había visto un cajón tan grande, y tan
profundo".
Los de muerto eran redondeados y mucho más delgados,
definitivamente no eran tan grandes ni tan profundos.
Tomaba en cuenta, el peso de las monedas, agarraba una, la
sopesaba entre sus palmas y se decía: En realidad son pesadas!.
Al final de cuentas, saco la conclusión que podrían ser unos
setecientos a ochocientos kilos de oro puro, aproximadamente.
Cuando tomo conciencia realmente, se preguntó: Que hago con todo
esto?.
- Más, de donde salio todo esto?.
En su mente especuló que podría ser un botín de piratas, que
muchos años atrás, andaban por esos mares.
Que, no vinieron nunca más en la búsqueda de su tesoro, tal vez
por haber intervenido y haber muerto todos en una feroz batalla
en el mar, intentando robarse sus riquezas entre ambas naves.
Se decía: "Los tripulantes, como su barco deben estar todos bajo
el mar".
De inmediato, pensó en su esposo muerto!.
Pasaron tantos años!.
Sus hijos, las fiestas, desde hacia años y años en soledad!.
Ninguno de ellos se acordó, nunca más de ella.
- Como podía ser?.
- Nunca una carta en tantos años?.
Al menos para enterarse como andaban, además como mínimo recibir
sus direcciones, así con éstas, ella poderles responder.
Siempre quiso, desde el minuto que se fueron, poder saber como
les iba en la vida y por intermedio de las cartas que le
llegaran, poderse enterar si por ejemplo, ya era abuela, sí
tenían buenos trabajos, sí estaban vivos.
Bueno!.
Pensó luego: "Denunciar el hallazgo a las autoridades".
Señaló: No, no!.
- Ya tenía demasiados años vividos, para llegar a una estupidez
tan grande!.
Los gobernantes, políticos y grandes señores se robarían todo, y
las riquezas irían a parar siempre a las mismas manos, para
seguir acrecentando la riqueza, que ya tenían!.
Pensó en ella: Soñó con vestidos de gala, viajes interminables,
en lujosos cruceros, recorriendo todo el mundo!.
Por que no?.
Ella también tenia derecho a finas joyas, para realzar su
pequeña figura, concurrir a fiestas, y banquetes lujosos,
compartiendo momentos con gente fina y elegante.
Reflexionaba: Cuando uno tiene mucho, pero mucho dinero, es bien
visto por todo el mundo!.
Además al tener mucha fortuna, podría disfrutar y tener una
vejez segura, comprar propiedades en las mejores capitales del
mundo, comprar grandes extensiones de campo, para que la sirvan
y contratar a mayordomos, peones y mucamos.
Meditó y se dijo no!
Muy poco para tanto!.
Debe haber algo más importante?.
Que me llene más!.
- Que me haga más feliz!.
Cerró los ojos, se tranquilizo, sin saberlo entro en un estado
de meditación, ahí tomo conciencia pura y le vino a su mente
esta pregunta: "Por que motivo Dios le había mandado todo esto".
Parte IV
Su cabeza, le hizo un clic!.
Ahí, en ese momento, se ubico mentalmente en su realidad, en su
caserío y comenzó a irritarse por el hambre de los chicos, la
mortandad infantil, la falta de salud, el final de los pobres
viejitos.
La pobreza de sus padres, la falta de educación y salud desde
los chicos a los viejos, la falta de trabajo digno en su
terruño.
Comenzó a soñar con crear fábricas en su pueblito, para dar
trabajo a la gente del lugar, hacer una plaza llena de juegos,
para diversión de los chicos, y encuentro de los grandes.
Una pequeña galería, con negocios que llenen a chicos y a
grandes, de todas sus necesidades. Fundamental, se dijo: "Un
cine para alegría de los chicos y encuentro de los grandes".
¡Que hermoso!.
Un lugar, donde poder soñar con las películas, los dibujos
animados, y estar un poco en contacto con el mundo, aunque sea
por el espacio de tiempo que dure la ficción!.
Esencial, un centro social, o club, donde la gente pueda ir a
reunirse, discutir y tratar sus problemas, sus logros y
necesidades.
Un restaurante con meseros, vestidos de moso, que a uno lo
vengan a servir, con exquisitas entradas, buenos platos, bebidas
y postres!.
Ah!.
Una confitería, donde después del trabajo diario, uno tenga
derecho a ir a tomar un café o alguna bebida y helados para los
chicos!.
Que hermoso seria crear una iglesia!.
Para que todos puedan ir a conversar con Dios.
Acá en el pueblito, incluso sin necesidad de cura, seguro si la
logramos: ¡Dios vendría a visitarnos!.
Pensaba: Si nos quedamos en nuestra tierra, no tendríamos
necesidad de ir a mendigar un plato de comida a ninguna otra
ciudad, o país extranjero.
No dejaríamos a nuestros viejos y a nuestra tierra en un
abandono total.
Seria un proyecto hermoso!.
Pero tampoco!.
El Señor nos hizo nacer aquí, para pasar esta posibilidad de
vida.
Que derecho tiene nadie, para modificarla.
Nos dio esta tierra para amarla y respetarla!.
Para aprender a extraerle todas sus riquezas, sin modificar el
medio ambiente. Nos regalo la pureza del aire, la limpieza de
los ríos.
Una naturaleza llena de yuyos y plantas útiles para nuestras
necesidades!.
Medicinas que extraemos y con la mezcla de éstas, logramos
restablecer nuestra salud. Los frutos para nuestra
alimentación!.
Como también cubrimos nuestras necesidades con nuestros animales
y sus derivados.
La pesca, de nuestros ríos!.
Las tupidas arboledas, de las cuales extraemos madera, sus
ramas, con éstas y la ayuda de los pajonales, de nuestras
lagunas!.
Utilizando además barro construimos nuestras casas!.
Al igual que nuestros compañeros, los pájaros que nos alegran la
vida!.
Por si esto fuera poco: Obtenemos leña para nuestro fuego, que
nos cocina nuestros alimentos y nos calienta nuestras viviendas
en los momentos del frió.
Animales salvajes que conviven con nosotros y cubren en su justa
medida nuestras necesidades.
La pastura, que es la riqueza natural para nuestros animales
domésticos, de estos la leche los huevos, su carne.
¡La bendita agua de nuestros ríos!. Para apagar nuestra sed, la
de nuestros animales y riego para nuestros cultivos!.
La paz en la que vivimos!!!.
¡La soledad, en medio de esta tremenda soledad!!!...
Nos da un tiempo inmenso, para mirarnos por dentro, y apreciar
todo lo que tenemos!.
Para muchos parecerá que es muy poco, o casi nada: Para nosotros
que lo tenemos, lo atesoramos, sabemos bien cuanto es lo que
vale, y es mucho!.
A todos los humanos: Siempre se nos da lo mismo, que recién nos
damos cuenta todo lo que tenemos, cuando por alguna adversidad
lo perdemos.
Acá, Dios, esta en toda esta increíble naturaleza!.
Esta en esta poca y pobre, pero buena gente!.
La que aun vive, en estos campos abandonados por la
civilización: Regalándonos la vida, el sol y las lluvias, el
clima, y las noches tan pobladas de estrellas, que pareciera que
están tan cerca, que están a punto de caérsenos encima.
Se pregunto: "Que mas necesitamos, teniendo todo lo que tenemos
para ser felices"
Ahora, estas monedas!.
Estas monedas: Fue una suerte o un castigo, el haberlas
encontrado!.
Pensar lo que se puede lograr con una sola de ellas.
¡El milagro de curar muchos enfermos, enseñar a muchos chicos,
dar de comer a muchos hambrientos!.
Pero también se dijo: por una de ellas lo que se puede llegar a
perder!.
El daño que podía ocasionar, si decidiera desenterrarlas del
escondite que había logrado.
De a pequeñas cantidades de monedas de oro, las fue metiendo
dentro de unas bolsas de plástico, y éstas tapadas por unas
lonas viejas, las que puso repartidas, haciendo pequeños pozos.
Debajo de las lajas que hacían de camino en el jardín de su
casa!.
¡Genial!.
Como cometer tremenda locura, de comenzarlas a utilizar:
¡No, ni loca!.
Con lo que cuentan de las grandes ciudades, los caminantes o
vendedores ambulantes, que cada tanto pasan por estos lugares
abandonados!.
Allá en las torres de cemento, en el reguero de luces y las
cintas de cemento, reina la locura, la hipocresía, la
desigualdad!.
La vida es vértigo, muertes, robos y todas las atrocidades que
les pasan a los seres humanos que viven y dan su vida.
"Únicamente por tener, tener y tener y cuanto más tienen, mas
quieren".
Gastan su vida lastimosamente, exclusivamente para acaparar
bienes, muchas veces innecesarios, viviendo en forma
extremadamente egoísta, matándose o pisoteándose como ganado,
para tomar el espacio, o lo del otro.
Mientras iba caminando hacia la casa, por la avanzada edad y la
conmoción en la que se encontraba, sobresaltada, se dijo: "Que
dolor tremendo, siento en el pecho".
Se le nublaba la vista, perdía toda la fuerza de sus piernas,
sentía que se desplomaba...
Siguió preguntándose, y expresó: "Que hago con estas benditas
monedas"
- Y por ultimo manifestó: "Y que hace todo el pueblo llorando
alrededor de mi cuerpo y en mi dormitorio".
Se daba una situación extraña, se veía flotando, arriba en el
aire, con el peso de una pluma, allá abajo era imposible, pero
no se podía mover.
Intento contarles lo de las monedas de oro, pero no la
escuchaban, parecía que no le hacían caso.
Les grito y aun así tampoco!.
No les causaba alegría, todo lo contrario, los veía a todos
tristes, y algunos llorando.
Por fin decidió, para lograr atención sobre su persona, por
parte de todos los presentes, comenzar a tirar al aire todas las
monedas de oro, que tenia alrededor suyo.
Siguió tirando y tirando monedas de oro, para que las tomen
todos los presentes.
Al final, quedo todo el piso del dormitorio, lleno de monedas de
oro.
Le daba risa, ella acostada con los ojos cerrados y rígida en
ese ataúd rodeada de miles de monedas de oro, igual nadie las
tomaba.
Ah!.
Y le parecía ver entre todo el gentío, a sus hijos, que al
parecer por fin se acordaron de su madre.
Sintió mucha alegría, volverlos a ver entre toda la gente del
lugar.
También se objeto: Si no seria solamente, una ilusión suya?.
Sí son ellos, dijo: Es una pena que la vida de la ciudad los
haya maltratado tanto, porque los veía muy achacados y viejos!.
se apenaba, llegaron tarde a su fiesta de despedida y fuera de
tiempo, sin las comidas preparadas por ella para las fiestas,
sin reloj antiguo en el centro de la mesa y sin la llegada del
niño Dios a las doce de la noche.
Pobres!…
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