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Desván de
Rincón del Poeta
Delmira
Agustini
Otra
estirpe
Eros,
yo quiero guiarte, Padre ciego...
Pido a tus manos todopoderosas
¡su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!
La
eléctrica corola que hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas.
Da
a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril... Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca...
¡Así
tendida, soy un surco ardiente
donde puede nutrirse la simiente
de otra Estirpe sublimemente loca!
Fiera
de amor
Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones
de palomos, de buitres, de corzos o leones,
no hay manjar que más tiente, no hay más grato
sabor,
había ya estragado mis garras y mi instinto,
cuando erguida en la casi ultratierra de un
plinto,
me deslumbró una estatua de antiguo emperador.
Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi deseo como fulmínea hiedra
hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al imposible corazón... la escultura
su gloria custodiaba serenísima y pura,
con la frente en Mañana y la planta en Ayer.
Perenne mi deseo, en el tronco de piedra
ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
y desde entonces muerdo soñando un corazón
de estatua, presa suma para mi garra bella;
no es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre, sin calor y sin palpitación...
¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!
En
tus ojos
Ojos á toda luz y á toda sombra!
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Heliotropos
del Sueño! Plenos ojos
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Que
encandiló el Milagro y que no asombra
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Jamás
la vida. Eléctricos cerrojos
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De
profundas estancias; claros broches,
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Broches
oscuros, húmedos, temblantes,
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Para
un collar de días y de noches.
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Bocas
de abismo en labios centelleantes;
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Natas
de amargas mares nunca vistas;
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Claras
medallas; tétricos blasones;
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Capullos
de dos noches imprevistas
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Y
madreperlas de constelaciones.
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¿Sabes
todas las cosas palpitantes,
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Inanimadas,
claras, tenebrosas,
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Dulces,
horrendas, juntas ó distantes,
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Que
pueden ser tus ojos? Tantas cosas
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Que
se nombraran infinitamente!
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Maravilladas
veladoras mías
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Que
en fuego bordan visionariamente
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La
trama de mis noches y mis días!
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Lagos
que son también una corriente.
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Jardines
de los iris! devorados
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Por
dos fuentes que eclipsan los tesoros
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Sombríos
más sombríos, más preciados.
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Firmamentos
en flor de meteoros;
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Fondos
marinos, cristalinas grutas
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Donde
se encastilló la Maravilla;
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Faros
que apuntan misteriosas rutas.
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Caminos
temblorosos de una orilla
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Desconocida;
lámparas votivas
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Que
se nutren de espíritus humanos
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Y
que el milagro enciende; gemas vivas
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Y
hoy por gracia divina, ¡siemprevivas!
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Y
en el azur del Arte, astros hermanos!
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Con
tu retrato
Yo no sé si mis ojos ó mis manos
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Encendieron
la vida en tu retrato;
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Nubes
humanas, rayos sobrehumanos,
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Todo
tu Yo de emperador innato
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Amanece
á mis ojos, en mis manos!
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Por
eso, toda en llamas, yo desato
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Cabellos
y alma para tu retrato,
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Y
me abro en flor! Entonces, soberanos
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De
la sombra y la luz, tus ojos graves
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Dicen
grandezas que yo sé y tú sabes.
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Y
te dejo morir. Queda en mis manos
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Una
gran mancha lívida y sombría.
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Y
renaces en mi melancolía
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Formado
de astros frios y lejanos!
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En
silencio
Por
tus manos indolentes
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Mi
cabello se desfloca;
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Sufro
vértigos ardientes
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Por
las dos tazas de moka
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De
tus pupilas calientes;
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Me
vuelvo peor que loca
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Por
la crema de tus dientes
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En
las fresas de tu boca;
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|
En
llamas me despedazo
|
Por
engarzarme en tu abrazo,
|
Y
me calcina el delirio.
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Cuando
me yergo en tu vida,
|
Toda
de blanco vestida,
|
Toda
sahumada de lirio!
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Otra
estirpe
Eros
yo quiero guiarte, Padre ciego.
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Pido
á tus manos todopoderosas,
|
Su
cuerpo excelso derramado en fuego
|
Sobre
mi cuerpo desmayado en rosas!
|
|
La
eléctrica corola que hoy desplego
|
Brinda
el nectario de un jardin de Esposas;
|
Para
sus buitres en mi carne entrego
|
Todo
un enjambre de palomas rosas!
|
|
Da
á las dos sierpes de su abrazo, crueles,
|
Mi
gran tallo febril. Absintio, mieles,
|
Viérteme
de sus venas, de su boca.
|
¡Así
tendida soy un surco ardiente,
|
Donde
puede nutrirse la simiente,
|
De
otra Estirpe sublimemente loca!
|
Tu
dormías
Engastada en mis manos fulguraba
|
como
extraña presea, tu cabeza;
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yo
la ideaba estuches, y preciaba
|
luz
á luz, sombra á sombra su belleza.
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En
tus ojos talvez se concentraba
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la
vida, como un filtro de tristeza
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en
dos vasos profundos. Yo soñaba
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que
era una flor del mármol tu cabeza;
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Cuando
en tu frente nacarada á luna,
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como
un monstruo en la paz de una laguna,
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surgió
un enorme ensueño taciturno.
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Ah!
tu cabeza me asustó. Fluía
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de
ella una ignota vida. Parecía
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no
sé qué mundo anónimo y nocturno.
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A
Eros
Porque
haces tu can de la leona
|
Más
fuerte de la Vida, y la aprisiona
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La
cadena de rosas de tu brazo.
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Porque
tu cuerpo es la raíz, el lazo
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Esencial
de los troncos discordantes
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Del
placer y el dolor, plantas gigantes.
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Porque
emerge en tu mano bella y fuerte,
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Como
en broche de místicos diamantes
|
El
más embriagador lis de la Muerte.
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Porque
sobre el Espacio te diviso,
|
Puente
de luz, perfume y melodía,
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Comunicando
infierno y paraíso.
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Como
alma fúlgida y carne sombría.
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Biografía
de
Delmira
Agustini
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