Veinte Poemas de amor y una canción desesperada

Cuerpo de Mujer

 

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forje como una rama,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiere en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.


 

 


 
 

Hemos perdido aún..

 
Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo. 
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos. 
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos. 
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tu me conoces. 
Entonces donde estabas?
Entre que gentes?
Diciendo que palabras?
Por que se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana? 
Cayo el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
 
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

 

Es la mañana llena...

Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.

Como pañuelos blancos del adiós viajan las nubes,
el viento las sacudo con sus viajeras manos.

Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.

Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerrear y de cantos.

 

Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latiente de los pájaros.

Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.

Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.

 

 

Te recuerdo como eras...

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
 
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi ser ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
 
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño;
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
 
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma;
Mas allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño  giraban en tu alma.
 

 

 

 

 

 

 

 

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