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Asomada
a la ventana de la vida, te vi allí, parado, en un descanso del camino, compañía para mis pasos lentos en ese breve trecho compartido. Dulce brisa que meció mis cabellos mientras absorta ante tanto amor, te esperé en la lejanía del paisaje. No se que fue de tu piel encendida por el deseo, de tus ojos azules como el mar embravecido, de tu soledad, de tus recuerdos. Tampoco se que fue de aquella mujer que una vez fui perdida hoy, en la tristeza de la tarde. |