Isla
de Culebra
un culto a la perfecta belleza
de su naturaleza.
Y
ahora que conoces un poco de este amigo poeta,
te invito a navegar por sus letras:



Ayer, junto a tu puerta,
estuve pensativo;
me la dejaste abierta.
Y estuve entretenido
mirando como vuelan
tus pensamientos tibios.
Ayer en la escalera,
ésa que nos eleva
a mundos tan distintos,
te miraba en conciencia,
viviendo tu belleza.
Ayer, junto a tu puerta,
me quedé dormitando,
encendiendo las velas
para alumbrar mis noches,
donde tú no te encuentras.
Y me quedé llorando
y soñando tus sedas;
y me extasié mirando
sobre sus transparencias,
esos pechos desnudos
que en mi mente tejiera,
saboreando sus mieles
y acariciando a ciegas.
Ayer... ¡no me miraste!
Y ni te diste cuenta
de que quedé dormido...
¡allí... junto a tu puerta!


Hoy
quiero escribir catorce versos
de sílabas constantes y espaciadas,
que tengan el sonido de diez voces
y lleven mi sonrisa hasta tu alma.
Hoy quisiera sembrar cientos
de flores
que perfumen tu vida aquí en mi estancia,
y que nublen las penas que se anidan
en tu jardín de amor, con su fragancia.
Y
aquel sonido suave, como el viento,
tan sonoro y sutil, cual melodía
de un pájaro cantor en tu aposento.
Con
este verso comienza mi terceto,
y así endulzar tu alma con poesía,
y regalarte en ella este soneto.
¡Esta
noche es muy triste!
Te estoy pensando.
No sé si estoy despierto
o estoy soñando.
He visto que otros brazos
están abrazando
ese cuerpo que es mío…
¡y estoy llorando…!
¡Es esta noche triste,
pues te has marchado!
Y yo quedo desnudo
y desolado.
Ansioso por tenerte
junto a mi cama,
y justo allí quererte
hasta la mañana.
Pero
el sol me sorprende,
y en mi almohada
llena de miles lágrimas,
veo que fue fantasía!
Y como el ánima
que oraciones ansía,
¡así te ansío yo,
mi dulce Fátima!
Y
espero tu regreso
con desespero,
pues tenerte en mis brazos
es cuanto anhelo.
Será como en el sueño:
subir al cielo
y mirar las estrellas
y los luceros.
Y
cuando al fin te bese…
¡nada más quiero…!

No
resisto el mirar,
—quedo perplejo—
ante belleza tal;
dulce reflejo
que proyecta al pasar
frente a mi espejo
esa dama del mar,
sirena en celo.
Es
que te quiero amar,
mi amor; mi cielo;
y con dulce besar,
tus labios quiero.
Apretarte en mis brazos,
es cuanto anhelo;
acariciar tus párpados;
besar tu pelo.
Y tu figura celestial
llena de encanto;
y de dulzuras bellas
te haré tu manto.
Te vestiré de estrellas
tu cuerpo santo.
Y
cuando sea la hora
de despertar,
en tus ojos de nácar
me he de mirar.
Tus vestidos de seda
te he de quitar,
y mi cuerpo, a tu cuerpo
lo querrá amar.
En mi canción de cuna
serás mi diéresis;
cantaremos unísonos;
ya llega el éxtasis.
Y gemirás; y gimo;
ojos cerrados
disfrutando de todo
nuestro pecado.
Si
es que es pecado amar,
diré gritando
que hasta en el mismo infierno…
¡te estaré amando…!


Junto
con tus recuerdos está mi mente.
Y
en la triste mañana, huérfana de sol,
te pienso en la silente sombra.
De repente,
desapareces cual fantasma… en un clamor.
Se
oye el grito del alma.
Y un ardor
que estremece mi caloriento pecho
que se desangra lento y avasallador,
y me acompaña, sin proferir palabras, en mi
lecho.
Mi
pobre corazón, totalmente deshecho.
Mi espíritu agobiado te sentía,
y lloraba tu ausencia… y tu despecho…
apretado en mi pecho, esa mañana fría.
Esta
triste mañana,
con el calor de la melancolía,
¡ni siquiera con una mueca vana
me sonreía…!


Aquella nube le dio paso a las estrellas.
Retiróse lentamente, abochornada,
mientras la noche, hermosamente engalanada,
lucía, de sus vestuarios, las más bellas.
Con
su fulgor, centelleaban todas ellas;
majestuoso transitar de los cometas
con su traslado magistral, lento, pausado,
atravesaban estos cielos, cual saetas.
Más
allá... un bello enjambre de planetas.
Como gigantes giratorios se trasladan
por esa oscura senda del espacio,
marcando en su brillar... su hermosa senda.
Relumbra
entre sus órbitas bordeadas
con miles parpadeos que son primores;
surgen de madrugada cual guiñadas
con sus fugaces luces, los albores.
Es
allí, de entre esos cielos de colores
que con tantas estrellas y cometas,
surge la musa; se piensa en los amores
que son la inspiración de los poetas.


Si de un jardín tuviese que escoger
la flor más bella y de mejor aroma,
cortara aquel capullo que se asoma
por entre los rosales de un vergel.
Si tuviese que escoger alguna estrella
en la penumbra, cerca a la madrugada,
señalaría, sin parpadear en la mirada,
a Venus con su luz, cual la más bella.
Si de esta noche, escoger yo precisara,
de entre luceros, tomar el más hermoso,
sería para mí muy azaroso
que, entre bellezas de luz, yo señalara.
Mas escoger de la mujer, la más hermosa,
no es tarea fácil, como escoger luceros
entre esa multitud que está en los cielos,
o entre las flores de un jardín, la más preciosa.
El escoger a una mujer es frenesí;
es su candor, su inteligencia, su pasión.
Mas, si obligado estoy a hacer la selección,
sin duda alguna… ¡que te escojo a ti…!

Como un fantasma que desaparece,
así llegas y te vas, llena de enojo,
y en ocasiones,
muy alegre a veces.
Nunca descubro tu verdadero ser; sonrojo
cuando siento impotencia, rabia;
¡cómo crece
mi insensatez para tratarte…!
Soy despojo
de tus insultos, de tus quejas y tu inconformidad;
de tu amargura… y también de tu sonrisa, a
veces!
Y
me pregunto para qué te pienso;
con qué fin me ilusiono,
si eres sólo poesía,
mas en la realidad no existes;
no quieres ser, de una vida, una verdad patente.
No
he podido sino ser tu amigo,
ni tu amado ni tampoco tu amante;
¡ya mi deseo suele ser un desatino!,
pues, ¡¡¡qué difícil eres…
para amarte!!!


Cada
día será nublado por su noche;
cada noche tendrá su día después;
la densa luz que la penumbra esconde
sólo reposa para verse otra vez.
Pero tus ojos, que parecen dormidos,
buscan la luz de otro nuevo querer;
mas la experiencia de lo que ya ha dolido
cubre de dudas lo que puede nacer.
Mas
es el riesgo del amar en la vida;
pues ves la luz en cada amanecer;
ciegos quedamos, sin mirar nuestras sombras;
y ante otra sombra, vemos la luz correr.

Sobre
tu alma te hiciera un poema;
sobre tu pecho pusiera una rosa;
sobre tus labios colocara un beso
que fuera distinto a cualquier otra cosa.
Sobre tu rostro colocara un nardo;
y en esos ojos de color de roca
me miraría sumiso...¡feliz!, ¡extasiado!
Pero mis besos... ¡son para tu boca!

Dedicado a mis amigos
de Suramérica
Rafael Ángel Cortés
Si
yo tuviera el poder
que tiene el águila, amiga,
pudiera ver tantas cosas
desde la altura, allá arriba.
Si
miro al sur, Venezuela
comenzando con `La Guaira`,
y podría ver `San Fernando`
luego de dejar `Caracas`.
Atravieso
`El Amazonas`
con mi volar aguilero
dejando atrás esta zona
por `San Carlos de Río Negro`.
Alguien sentirá allá abajo
cuando el águila aletea;
con un beso, `Juliettea`,
te quisiera saludar,
”está prohibido olvidar”,
no lo olvides, mi doncella.
Me
toparía con Brasil
y el `Solimoes` atravieso,
pasando `Lábrea` y `Madeira`
y también el `Porto Velho`.
Y
si volara en picada
y sin respirar, volteo,
entro por `Pando` a Bolivia
y en `Trinidad` aleteo.
Digo adiós a `Cochabamba`,
y en `Santa Cruz` hago un rezo,
(que las águilas rezamos
en plenas horas de vuelo).
Al sur, `Tarija` y `Yacuiba`.
Y
en `Villazón` tomo ruta:
salgo por el `Potosí`,
y ahora que veo lo que vi
debo tomar una esquina
para entrar a la `Argentina`;
y Chile… está por ahí.
Como
en línea recta vuelo
y tengo prisa en subir,
cruzo `La Pampa` y `San Luis`
y más abajo a `Río Negro`;
vuelo cerca a `Santa Cruz`
y llego a `Tierra del Fuego`.
Pero
hace frío; me congelo,
y en `Magallanes` altura
tomo en osada bravura
volando en suelo chileno.
Mas voy ya fuera de ruta
y no me quiero perder;
sigo hacia el norte en `Aisén`,
del `Temuco` hasta `Chillán`
mas ya no sé lo que hago;
de pronto estoy en `Santiago`
y me da la tentación
de volar hasta `Asunción`,
que es Paraguay lo que veo;
pero es que en `Montevideo`
del Uruguay me hace cita,
porque allí “mi Princesita”
ya hace tiempo que no veo.
En
Paraguay me recreo;
me detengo un momentito;
iré a ver “mi Cofrecito”
y pararé allí también;
y en `Asunción`, de un harem,
la `preferida` ver quiero.
Y
regreso a la `Argentina`,
por donde mismo volé,
pues es su ruta divina
y me la quiero aprender.
Pues luego quiero volver
y hasta `Córdoba` llegar,
y en mi vuelo de regreso
por `Miguel de Tucumán`.
Adiós, Faraona, en `La Plata`,
y a la Gicin en `Río Negro`.
Ya le pediré a San Pedro
que me dé fuerza y fe alta,
pues casi me desespero
porque el aliento me falta.
Aleteando en la comarca
ya soy parte de un redil;
adiós `Gislaine` en Brasil,
porque ya voy de regreso.
Adiós,
Noelia, niña fina,
y no te olvides de mí;
ya ves:
no te olvido a ti,
prototipo de argentina.
Y en ese vuelo feliz,
soñando un águila ser,
a Suramérica fui
y pronto pienso volver.

Quiero
agradecer a mi querido amigo Ángel Rafael
por su gran colaboración y su afecto, sin
los cuales no hubiese podido terminar este,
mi humilde homenaje a su trayectoria.
Cris
Carbone



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© Ángel Rafael Cortés
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