Catedral de Murcia - España-

Marichú es un ser especial que conocí en forma casual en la red. Es de esas personas que se quedan prendidas de tu corazón y dan todo de sí sin esperar nada, ella es dulce, cálida, sencilla y excelente persona, y puedo considerarla una "amiga especial" a quien quiero en forma incondicional. Es un orgullo tenerla en mis poetas amigos y que puedan conocer algo de su vida y de sus letras. 

Nació en Murcia, hermosa ciudad costera, el 11 de febrero de 1966, lugar que adora por ser raíz de su familia, pues sus padres se conocieron allí. Vive en Madrid desde los 4 años, por lo que ama profundamente esta ciudad que la vio crecer y que es toda su vida. Esta separada, tiene dos hijos, Marcos, de 12 años y Sergio, de 8, que son su vida entera, junto a sus padres, Luis y Conchi y sus hermanas, Chiti y Azu, dos dulzuras igual que ella, como lo seguirá siendo siempre su amado hermano, Luis Carlos, que desde aquella estrella en el cielo le da fuerzas y amor para repartir.


Le gusta mucho leer, escuchar música y estar junto a la gente a la que quiere, pero por sobre todo esto, le gusta escribir... Lo hace muy bien, y cada poema es un retazo de su alma, de sus pensamientos y de su sentir en el momento en que lo escribe. Cada uno de sus escritos es una vivencia, un sentimiento personal e íntimo.
Ama el mar, su confidente y le fascinan las noches estrelladas. Quisiera tener siempre un manto como ese sobre sí para no dejar nunca de repartir estrellas entre quienes le robaron parte de su corazón.
Intenta ser feliz y hacer felices a quienes están junto a ella, entre ellos nosotros sus amigos... Le gusta más dar que recibir, de lo que doy fé y viendo felices a los demás ella es feliz.
Es una mujer sensible y romántica hasta el límite, aunque a veces no lo parezca, y sólo dejará de serlo cuando un pintor plasme en un lienzo el sonido de una lágrima al caer...

 

 

  

      

        

          


 

Mi amiga, compañera no elegida,
Siempre conmigo, atenta.
Amiga incondicional en mi vida,
Me inundas sin apenas darme cuenta.

Eres amiga, amante, madre.
Festejas con tu risa mi camino,
Me miras con sorna, con desaire.
Ahora ya te necesito, ¡qué desatino!

Soledad amarga y triste
Te encuentro sin buscarte.
Conmigo desde que me viste,
Haces de tu arma un arte.

Soledad quiero, mas no elegida,
Quiero ser yo quien te elija.
No me mires, no digas nada…
No me adoptes, no quiero ser tu hija.




Cuando sientas sobre ti el frío de la noche, recuérdame.
Si tus lágrimas empañan tu hermosa sonrisa,
O si sientes que enjaulada queda la fresca brisa.
Si tras ese muro no consigues ver el sol, recuérdame.

Recuérdame cuando sufras, cuando rías,
Cuando suene aquella melodía encadenada,
Cuando creas que ya no te queda nada
Recuérdame, cuando juntos vimos nacer los días.

Recuérdame y siente mi mano sobre tu pelo,
Mis lágrimas de amor recorriendo tu cuerpo
Cuando me decías que sin mí estabas muerto,
Que me recuerdes, amor, es mi sueño y anhelo.

Recuérdame aún cuando todo esto acabe.
Más allá de la muerte yo, mi amado, te espero.
Para grabar a fuego en tu alma un "te quiero"
Y entregarte de mi corazón la eterna llave.

A través de tu hermosa sonrisa, recuérdame, cariño
Que mi alma y la tuya no son dos, sino una,
Que a tu boca me uno como la luz a la luna.
Recuérdame, que a tus sueños me ciño...

                          



                 (A mis hermanas, Chiti y Azu)

Mis ángeles de la Guarda,
“Dulce compañía” dice la oración
Sois parte de mi alma.
Hermanas y amigas, estáis en mi corazón

Si de mi alma se escapa un te quiero
Va volando a través del viento.
¿Sin vosotras vivir...? ¡No puedo!
Un amor inmenso es lo que siento.

La una en mi cabecera,
La otra a los pies de mi cama.
Alegres, amorosas, puras y certeras,
Ilumináis mi vida con tan sólo una mirada.

A Dios doy gracias, Chiti y Azu,
Por teneros a mi lado.
Más allá de la muerte mi amor irá
Cuando la nueva vida comience,
Cuando esta haya terminado.

Y en un abrazo junto a Luis Carlos
Nos fundiremos los cuatro de nuevo,
Cantando aquellas canciones
Que alegraron nuestras vidas
Y llenarán de nuevo nuestros corazones.



                 A mis hijos, Marcos y Sergio

En vuestros hermosos rostros y lindas manos,
En esa mirada pícara y sincera
Habita la maravillosa genial inocencia
De vuestras vidas que la magia esperan.

Un regalo de Dios llegó a mi vida,
Deseo de amor convertido en realidad.
Mi vida con vosotros es plena
Y cada día es un hermoso despertar.

Hijos de mi vientre nacidos,
Llenando de risas y amor mi vida,
Enmarcando con vuestra inocencia
Mi sentir, mis ojos, curando mis heridas.

Sois la luna que ilumina mis noches,
El río de vida que hace circular mi sangre
Las estrellas que iluminan mi camino
Llenándolo de rosas en hermoso enjambre.

Nunca perdáis la inocencia ni la sonrisa,
Que este loco mundo no os contamine jamás.
Que si de mí depende que eso no suceda
Con mis estrellas haré vuestros sueños realidad.




                    (A mi hermano, Luis Carlos) 

¡Cuánto daría yo por ver tu mirada en mis ojos! 
De nuevo reír, caminar y cantar contigo 
Aquellas canciones de noches de parranda. 
Te necesito, mi hermano, mi amigo.

Tal vez mi sueño fue cierto… 
¿estabas allí conmigo o fue mi imaginación? 
Junto a aquel lago de cristal hermoso 
Tu dulce mirada llenaba mi corazón. 

Busqué en mi memoria los momentos que juntos pasamos, 
Me ví de nuevo buscando el pasado, 
Recordé los lugares que juntos frecuentamos,
Imaginé otra vez que jamás nos separamos. 

Tu magia envolvió mis sueños, 
Que dormían al son de aquella nana 
Momentos vividos, grandes y pequeños, 
¡Cuánto daría yo por tenerte aquí mañana! 

Yo quisiera regalarte un camino de rosas, 
Volver atrás en el tiempo y no sentir este vacío, 
Poder decirte tantas cosas… 
¡Cuánto daría yo, hermano mío! 

Aquella estrella en el cielo, de seguro eres tú. 
En una noche oscura tú eres la luz de un lucero, 
Me iluminas con tu luz 
Y de mi alma se escapa un "te quiero". 

¡Cuánto daría yo por volverte a ver una vez más! 
Llenar nuestras vidas de risas, 
Pero el sueño termina deprisa 
La luz del sol me despertó 
¡¡¡Cuánto daría yo…!!! 




Enséñame a amar sin dañarme el corazón
Muéstrame la esencia de un beso
A sentir pasión sin que arda mi sangre
A vibrar de deseo estando fría por dentro.

Recorre mi piel con tus mágicas manos
Bañadas la hermosa luz de luna, mi amado
Que descarada se asoma por la ventana
Que no quiere que estés a mi lado.

Mírame a los ojos y hazme una promesa
No dañes mi ser más, sólo vive el momento
Entrégame tu cuerpo en este instante
Pon en mis manos esta noche el universo.

Enséñame a amar y a que yo te ame
Que amor y sufrimiento van unidos
Aunque a veces prefiera morirme
Tan sólo por un instante contigo.
       

 

Marichú Brandis todos los derechos de autor reservados.

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